Mike, mi gran amigo de tres décadas, es una persona de fuertes talentos. Fina ironía británica, momentos de película vividos en Panamá, en EEUU y en sus inumerables viajes y una inteligencia excepcional son componentes de su personalidad arrolladora.
Nos conocimos el año 93 (del siglo pasado) en Nueva York e inmediatamente hicimos equipo en la empresa para gestionar América Latina y el Caribe en tandem.
Tremendas vivencias y momentos inolvidables, tanto laborales como en las nueve horas de vuelo desde Miami al cono sur de América, o pescando en la bahía de Miami los sábados, o comiendo en el Siete Mares en Panamá o el el Costa Verde de Lima, Perú.
Estaría relatando historias de Mike y no acabaría nunca. Varias de ellas están en este blog y otras muchas las describe él en su colección de libros de éxito, porque también tiene la cualidad de ser un excelente escritor.
Pero ahora solo quiero traer una simple frase que me dijo dos veces, la primera cuando salíamos de la oficina en Miami estando yo recién llegado y la segunda, extendiéndola a un problema que parecía desbordarse sin límites, que luego supo acotar y resolver con facilidad. Pero sin perder la sonrisa.
Aquí, cuando llueve, llueve a reventar
Hoy lo traigo al blog porque en mi sesión de apertura de mercados de hoy, ahora a las 08:50, usaré esta frase para referirme a lo que está ocurriendo y podría suceder en los próximos días.
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