Acabo de leer esta noticia sobre la protesta de nuestros investigadores a las trabas que el gobierno impone a la investigación científica:
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/02/28/ciencia/1362053438.html
Los coleguitas ciudadanos Rajoy y Montoro deberían haberse dedicado al cultivo de alcachofas en lugar de darse libérrimamente a la mamandurria política y seguramente nos iría notablemente mejor, porque las alcachofas son muy sanas y porque estos chavaletes no estarían cargándose la investigación científica nacional a golpe de recortes mientras los golfíticos de turno bajan diariamente al bebedero de los dineros públicos para saciar su sed sin que nadie les ponga un lazo.
No es que espere de ellos un milagro, como tampoco de los muchachos de enfrente, los Rubalcabas, los Laras o los de la Díez; ya han demostrado en general de lo que son capaces pero especialmente de lo que son incapaces. Pero creo que el cultivo de la alcachofa les haría mucho bien a todos; como todo el mundo conoce, las semillas dan alcachofas de peor calidad que los chupones y de eso parecen tener una vasta experiencia.
Opino mal de nuestros políticos pero no puedo evitarlo. Si son capaces y si son honestos, no lo transmiten. Tampoco comunican con los ciudadanos de a pie, se dedican a destaparse las vergüenzas unos a otros en el Congreso y en la prensa mientras en la calle se vive angustia, pero no por ellos sino por sobrevivir.
No nos los merecemos. No representan al español ordinario. Son una casta distinta, diferente, extraña a la sociedad española. Y desafortunadamente, no tenemos otra opción, o ellos o la revolución social o una dictadura. El problema vendrá cuando algunos más que unos pocos empiecen a pensar que las otras alternativas son contemplables. Me da rabia que nuestros políticos y golfíticos estén contribuyendo con sus acciones e inacciones a que esta democracia se cuartee. No tienen derecho a hacerlo, por el bien de todos. Lo único que me cabe es ponerme de frente a esta hueste y decirles ¡Basta ya! con mis pobres recursos.
Es penoso, no ha cambiado nada respecto de estos sujetos. Creo que ya lo puse en otro post hace algunos meses; corría el año 90 o 91 y cuando iba a una cafetería enfrente de mi oficina, detrás de las Cortes, la encontraba a reventar de diputados a eso de la una o una y media del mediodía, mientras se celebraba el Pleno de las Cortes, en el sano ejercicio de llevarse las cañas a la boca acompañadas de unas sublimes raciones de jamón ibérico. Yo entraba y les decía en voz alta: ¡Celebro comprobar que sus Señorías están disfrutando con nuestros dineros! Y ninguno fue capaz nunca de responder; a lo sumo, alguno me sonreía permitiendo que saliera a saludarme la pieza de jamón entre sus dientes.
¡Es una pena lo que hemos criado!, como decía María Angustias de la Torre Vilches en la conocida novela ¡Ahí nos las han dao toas! de Amilcar Fernández.