¡Buenos días!
Llevo años siguiendo a este famoso astrofísico y comunicador científico. Me gustan mucho su búsqueda constante de entender qué son este universo y la vida, su manera de colocar las cosas desde nuevas perspectivas y sus excelentes capacidades de comunicación.
Tiene un talento especial que otros divulgadores científicos poseen en común, la capacidad de asombro y la ironía ante nuestro intento de comprensión del mundo sin tener apenas datos, al margen de lo que observamos y lo que la ciencia va descubriendo.
Pero vayamos al grano. Llevo a las espaldas décadas de formación en los mercados financieros, como alumno permanente y como profesor e instructor de traders y la frase de deGrasse describe muy bien lo que ocurre en este fascinante escenario del mercado financiero.
Creemos que podemos predecir el comportamiento de los precios de las bolsas, las divisas, las materias primas o la renta fija, por ejemplo.
Unos lo hacen desde el análisis técnico, observando la evolución de los mercados en vistosos gráficos de velas acompañados de indicadores como el MACD, las ondas Elliot o los estocásticos.
Otros, analizando qué ocurre cuando se publican los datos macroeconómicos o cuando los bancos centrales comunican su visión de la situación económica de sus países y su intención de empujar la recuperación económica mediante la política monetaria.
Y otros, combinando estas herramientas e incorporando otras más curiosas, como la correlación de las bolsas de EEUU con la migración estacional de las aves o la del precio del oro con la variación en el tráfico de pasajeros en el transporte público en los países desarrollados.
Numerosos inversores de largo plazo consiguen hacer fructificar sus inversiones y cuanto más capital y bien diversificada la inversión, mayor resultado. Si apostamos por un nuevo superciclo de expansión económica, tradicionalmente considerado como una década al menos, es claro que las probabilidades de obtener ganancias sobre la inversión realizada serán altas en sectores como el tecnológico, energías verdes, gran consumo o turismo (una vez remita la pandemia).
El problema surge en el trading a corto plazo, ya sea tipo scalping, tipo swing o basado en el volumen operado en los mercados en tiempo real.
Porque los mercados se mueven gracias a una amplia cesta de factores, entre los que está la decisión de muchos grandes y muchos más pequeños inversores, que toman posiciones de compra o venta siguiendo los criterios mencionados e interpretándolos desde su propia experiencia.
Y este impulso del conjunto de las decisiones es predominante sobre los otros factores. En ocasiones parece que las herramientas que usamos como apoyo guían la evolución de los precios, como por ejemplo el retroceso de Fibonacci, indicador particularmente fascinante, o el parabolic SAR, que asombra por su habitualmente acertada predicción.
Pero no es más que un espejismo. Cuanto más se siga un indicador para la toma de decisiones, más fiable tiende a ser, porque su popularidad permite que una parte significativa de los inversores se pronuncie por entrar largo o corto cuando el indicador ofrece una señal en ese sentido. Sigue siendo el sentimiento de los inversores el determinante, pero su apoyo en una herramienta concreta la hace misteriosamente efectiva.
Nosotros seguiremos disfrutando del trading, pero esos misterios del mundo financiero siguen siendo un reto, como lo son los del universo y la vida para Neil deGrasse Tyson y la comunidad científica en general.
Buen día y buen trading
