Hace bastantes años fuimos a Benidorm a visitar a unos amigos que vivían permanentemente allí.
(Apenas conozco un puñado de personas que residen todo el año en Benidorm; de hecho, solo ellos y otra pareja, aunque algunos más viven en los pueblos cercanos).
Al llegar a su casa nos encontramos a nuestra amiga en el portal llorando a lágrima viva.
Su gato había resbalado mientras se movía por el borde del balcón y había caído al suelo … desde el piso 7.
El marido lo había llevado al veterinario a todo correr y ella se había quedado fuera de la casa para esperarnos y para no tener que ver a su pobre mascota reventada.
Decidimos esperar noticias acompañándola en la terraza del bar de la esquina, desde donde veríamos al marido regresar, con o sin gato.
Un rato después apareció él. Venía sin el gato, pero sonriendo.
Las pruebas hechas al gatito indicaban que no tenía ni un solo hueso roto, ni una magulladura. Lo habían dejado en observación en la clínica veterinaria por si tenía una conmoción cerebral ya que estaba atontado.
Más tarde lo recogieron y lo trajeron a la casa. Vino raro según ellos, algo atolondrado y como dormido.
Pero a la hora o así, empezó a espabilarse y comió algo, luego se subió al sofá, a una silla, a la mesa del comedor, a la cabeza de su dueño …
Nuestros amigos estaban seguros de que su mascota no había cubierto sus siete vidas aún, no le tocaba dejarles todavía.
Y ahora vuelvo al titular de este artículo. ¿Cuántas vidas tienes tú?
Porque la gran mayoría de las personas sienten que tienen una sola vida.
Sin embargo, yo creo, siento que tengo más de una, muchas más de siete como se atribuye popularmente a los gatos; tengo un número infinito de vidas.
¿Por qué lo sostengo?
Seguro que has pensado más de una vez la famosa cuestión de «¿de dónde venimos y adónde vamos? En el fondo es «qué somos», porque el hecho de conocer nuestro «ser» nos aclararía algo esta intriga.
Estoy convencido de que somos mucho más que la persona física que podemos observar en el espejo y que la personalidad que identificamos como nuestro yo.
Siento que soy más que este cuerpo y esta mente, más que esta vida que vivimos naciendo y muriendo y disfrutando y sufriendo mientras tanto.
Creo que esta realidad personal es únicamente un punto, una dimensión de nuestra realidad total, enorme, infinita.
Y estoy muy seguro de que, siendo diferentes, todos somos uno en lo más profundo de nuestro ser.
En un artículo próximo abundaré en este pensamiento, pero quiero terminar éste manifestando estoy firmemente convencido de que esta vida hay que aprovecharla muy bien, pero no porque sea la única sino porque es una pieza indispensable de nuestro puzzle común y universal de vidas infinitas, las mías que son las de todos, la Vida.
