Uno se pregunta qué sentido tiene leerse el programa electoral de los partidos políticos y escuchar a los politicastros de turno arengar a las masas sobre lo que harán y no harán cuando alcancen el poder. Y se lo cuestiona uno porque sabiendo que los políticos mienten más que hablan por naturaleza de la función, son capaces de «prometer hasta meter y una vez metido, nada de lo prometido» como dice el refrán.
Desgraciadamente, lo demuestran con tanto ahínco que parece que se precien de su falta de palabra y de respeto a sus electores.
El Excmo. Sr. Presidente del Gobierno Español ha faltado a su palabra y nos ha faltado al respeto a todos los españoles con la decisión del Gobierno de no revalorizar las pensiones, pero aún más a nuestros jubilados, que han cotizado durante décadas para obtener una pensión digna y para dotar al sistema con un valor para las siguientes generaciones.
No puedo calificar al Excmo. Sr. Presidente del Gobierno como se merece porque no puedo ponerme al mismo nivel que los zánganos, corruptos o manifiestamente ignorantes e incapaces de nuestros políticos, que se insultan en el Parlamento porque tienen bula, pero me apetecería hacerlo en público tanto como lo hago en privado.
En los comentarios que leo o escucho en la radio hoy, se indica que esto le costará las elecciones dentro de tres años al Partido Popular. Desgraciadamente, los ciudadanos tenemos corta memoria y nos dejamos engatusar por las repetidas zalamerías y lisonjas de nuestros políticos en la fase previa a las elecciones, como cuando plantan flores en la calle de mi casa e instalan bancos nuevos, justo antes de las elecciones.
¿Es que es imposible tener políticos honestos y capaces en este país? ¿Está reñida la honestidad y la capacidad con la política?
Como dato para ilustrar, con la no revalorización de las pensiones, el Gobierno pretende ahorrar 2.300 millones de euros arrebatados a nuestros jubilados (sube el 1% a las pensiones de más de 1.000 euros y el 2% a las otras, pero no el 2,9% que les corresponde.)
Y mientras tanto, más de 7.000 millones de ayudas a las energías renovables y lo que incluso es hasta divertido, la implantación de un tributo nacional bancario a tipo cero (eufemismo para indicar que como el Tribunal Constitucional ha sentenciado que el impuesto bancario de Extremadura, Andalucía y otras Comunidades es lícito y legal, el Gobierno impide con el tributo a tipo cero que el resto de las Comunidades pudiera aplicarlo también.) Esto supone que hay que compensar a las Comunidades que ya lo tienen lo que dejan de recaudar, Extremadura 240 millones, Andalucía 300 millones, … pero ¡da igual!, ¡es dinero de todos, luego no es de nadie!
Así el Gobierno paga a su amo y señor, la Banca, que no desahucia a los partidos políticos porque les renegocia la deuda constantemente, sabiendo que siempre habrá negocio, pero le trinca a una familia sin trabajo y sin bienes la casa y le mantiene la deuda de por vida.
Creo que deberíamos haber dejado caer a los bancos con problemas. Ellos se metieron en problemas, ellos se hunden y sus administradores, si se prueba mala fe o abuso, a la cárcel.
El Gobierno y la Unión Europea deberían haber dejado quebrar a las instituciones financieras que ya estaban en esta situación técnica y en vez de soltarles una cascada de dinero (que es dinero de nuestros impuestos también), hacerlo directamente a los clientes cuyos fondos se los había comido el banco con sus malas prácticas.
¿No es alucinante que el inversor en preferentes se coma el marrón mientras los bancos acceden a dinero gratis (al 1%) del Banco Central Europeo para prestárselo al Gobierno al 6% y así sanearse con este negocio sin que destile un euro a la economía real, la del ciudadano de a pie que necesita un préstamo para montar una empresa, o el empresario que hipoteca su casa para pagar las nóminas porque los bancos ya no le prestan dinero?
Todo para la Banca, es la consigna nacional y europea.
Para terminar, un soneto de Quevedo sobre la mentira, que marida bien con este post:
VALIMIENTO DE LA MENTIRA
Mal oficio es mentir, pero abrigado:
eso tiene de sastre la mentira,
que viste al que la dice; y aun si aspira
a puesto el mentiroso, es bien premiado.
Pues la verdad amarga, tal bocado
mi boca escupa con enojo y ira;
y ayuno, el verdadero, que suspira,
invidie mi pellejo bien curado.
Yo trocaré mentiras a dineros,
que las mentiras ya quebrantan peñas;
y pidiendo andaré en los mentideros,
prestadas las mentiras a las dueñas:
que me las den a censo caballeros,
que me las vendan Lamias halagüeñas