Nunca creo haber mencionado al Rey en mi blog, aunque ya llevo 296 posts y puede ser que no lo recuerde.
Tengo un problema con la Monarquía y es que a veces la admiro y a veces la detesto. La admiro cuando veo la entrega que el Rey tiene por España y por los españoles. La detesto cuando identifico las corruptelas de la institución, su inviolabilidad jurídica y el coste que nos supone a todos.
Creo que la Monarquía es algo anacrónico, aunque al Reino Unido parece irle muy bien con ella. No tiene sentido para mí que un monarca, que al fin y al cabo es y debería ser un mero funcionario público, tenga un patrimonio espectacular, amasado gracias a las comisiones obtenidas en sus negociaciones mercantiles en beneficio de las empresas nacionales. Tampoco me parece bien que a los vástagos se les eduque para eso mismo, heredando el puesto de su progenitor, como si el Ministerio de Economía lo tuviera que heredar el hijo o hija del ciudadano Soria. Rectifico, sólo el hijo porque rige la Ley sálica, las hijas no valen para el puesto, otro insultante anacronismo aún no rectificado.
Yo mantendría al Rey actual hasta que se jubile, como hacemos todos, cosa que ya debería haber hecho, por su edad y condición física. Y luego a descansar, jugar al mus o al bridge, tomarse un chato o un fondo de Royal Salute, con su dinero y la pensión que haga lo que quiera.
Y después, ya está. Institución amortizada, como el Senado, por ejemplo, cementerio de políticos gastados y pozo sin fondo para nuestros dineros, sin utilidad práctica alguna, aunque pueden hablar en todas las lenguas del Estado con intérpretes asegurados y pagados por nosotros.
Por último y tengo que decirlo públicamente, lo que no aguanto es escuchar a los sucesivos portavoces del PP salir a la palestra y ponerse a defender al Rey cada vez que se sabe de un escándalo de la Casa Real o del tema de la salud del monarca, para acabar diciendo: «y lo mucho que tenemos que agradecer al Rey todos los españoles», como acaba de hacer la ciudadana de Cospedal hace un rato, de nuevo.
Es cierto, tenemos mucho que agradecerle al Rey, para empezar, que recondujera al Régimen a una democracia en la que poder vivir y expresarse en libertad. Y sus numerosas intervenciones a la luz y en la sombra para prevenir vueltas atrás. Y su constante apoyo a las empresas nacionales en el extranjero, así como el cultivo de la marca España por todo el mundo.
Pero también tenemos mucho que agradecer a nuestros padres, a nuestros emigrantes, a nuestros médicos, a nuestros policías y a nuestros profesores. A todos nosotros, en definitiva, cada uno en su lugar.
Y no por eso voy a estar constantemente diciendo a cualquier persona que veo por la calle: «Buenos Días y muchas gracias por todo lo que hace por nosotros».
Creo que la institución monárquica debería quedar atrás con el Rey actual como último monarca y ya está. Seguro que su hijo podrá conseguir un excelente y bien remunerado puesto en cualquier multinacional o si lo prefiere, un trabajo en una ONG y vivir de la herencia. No le deseo ningún mal, al contrario, que sea feliz con su familia y que tenga una vida completa y gratificante.
Podemos vivir perfectamente sin Monarquía, con un Jefe del Estado que puede ser simplemente también el mismo Presidente del Gobierno, como en los EE.UU.
Lo simple suele ser lo mejor.
Y lo más barato.