Me apetecía compartir algunas reflexiones basadas en mis etapas como estudiante, profesor, ejecutivo, empresario y consultor, a lo largo de la vida de estudiante y como profesional. Sin embargo, para hacerlo, antes tengo que detallar cuál es el punto de arranque que me encaminó por las rutas que he escogido en este recorrido al aún que le queda mucho terreno por delante, si en mi mano está.
- Al comenzar los estudios universitarios de Ciencias Económicas, allá por los inicios del último cuarto del siglo pasado (1976), me pareció que entraba en un mundo sin sentido, excepto la matemática práctica, la de la contabilidad nacional o empresarial y la derivada de la comparativa de datos económicos a lo largo del tiempo, o entre naciones o sectores industriales y de servicios.
- Era un universo muy atractivo, culturalmente enriquecedor, que abría la comprensión de los factures que influyen en las economías, globales, nacionales, sectoriales y hasta familiares.
- Pero viniendo de una especialización en el Curso de Orientación Universitaria, previo al ingreso en la universidad, con optativas exclusivamente científicas: matemáticas, física y química, ese universo era difícilmente aprehensible con los números o fórmulas, por muchas cifras, fórmulas y cálculos que contuviera. Al menos para mi.
- Escogí hacer ICADE E-3 porque no sabía si especializarme en ciencias o en letras. Tal era mi incertidumbre, que acaricié la idea de llegar a ser ingeniero nuclear para dirigirme hacia esa fascinante ilusión del desarrollo de la fusión nuclear como generadora de energía de consumo. ¿Hubiera llegado a algo? La probabilidad es seguramente inferior a la de que a uno le toque el Euromillones, aunque haya muchas personas a las que les ha caído el premio. Pero no lo sabremos nunca.
- ICADE E-3 combinaba los estudios de Derecho con los de CC.EE. (Ciencias Económicas y Empresariales), fundiendo ambas carreras (ahora los llaman «grados») en seis años con ocho horas diarias de clase, cuando casi todas los recorridos universitarios duraban en España cinco años, o incluso más con la especialización posterior.
- Con una mezcla de frustración y búsqueda de sentido, me centré en intentar entender las reglas derivadas de las correlaciones entre demanda y oferta, precio de venta y costes, importación y exportación de bienes y servicios y su impacto en las economías nacionales, de empresa y personales.
- Mientras tanto, la carrera jurídica la percibí más monótona, memorizar la historia del derecho, el civil, penal, procesal, administrativo, mercantil y hasta el canónico, y lo que ya comenzaba a llamarse «Filosofía del Derecho», aunque en ICADE era «Derecho Natural» por impartirse en una universidad perteneciente a la Compañía de Jesús (los jesuitas, para los que no conocen la Orden).
- En Derecho tuve mis tropiezos, porque rechazaba tener que memorizar todos los códigos, artículo por artículo, ya que me parecía un sin sentido cuando estaban ahí en esos tomos rojos que paseábamos diariamente de casa a clase y de clase a casa. Más aún, conociendo que iban a ser profundamente modificados antes de que acabáramos los estudios, como así fue. Incluyendo algún roce particular con el catedrático de Derecho Mercantil, cuyo nombre se resiste a ser olvidado, precisamente porque su mecánica didáctica era leer sus apuntes en clase y comprobar en los exámenes nuestro éxito o fracaso con ese proceso incesante y tedioso de memorización, para mi absurdo entonces, de todo el cuerpo normativo de su materia.
- Y seguí manteniendo mi incertidumbre sobre la salida profesional, hasta acabar los estudios. En realidad, unos meses antes, cuando las grandes empresas de consultoría y entidades financieras internacionales nos fueron presentando sus ofertas de trabajo. Fuimos entrando en varios procesos de selección, aunque esta es otra historia que ya compartiré más adelante. Algunos de mis compañeros de universidad acabarían trabajando en las empresas familiares, grandes y pequeñas, porque era lo más lógico. Otros buscaban claramente una profesión de servidor público, como notario, o abogado del estado, o acabar en la judicatura. Y otros, como yo, solo queríamos dejar de estudiar de una vez como actividad principal en nuestra vida y sentir que podríamos seguir aprendiendo y a la vez, aportando lo ya aprendido.
- Así entré en Citibank, en 1982. Me dejaron tomarme dos semanas de vacaciones desde que pasamos los exámenes de convalidación de los estudios y conseguimos los títulos oficiales del Estado español.
- Pero esto ya es otra historia, que incluiré en mi blog cuando tenga otro momento de regreso mental a los tiempo de hace cuatro décadas y algo más.
Aclaración: el título de la frase, del que muchos reconocerán su procedencia, hace alusión a la conocida frase de Isaac Asimov, científico, divulgador y escritor sobresaliente de la segunda parte del siglo XX, ¿sueñan los robots con ovejas eléctricas?
🤖 Las Tres Leyes de la Robótica de Isaac Asimov 🤖
Creadas por el genio de ciencia ficción para guiar el comportamiento ético de los robots
| Ley | Descripción |
|---|---|
| 1️⃣ Primera Ley | Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño |
| 2️⃣ Segunda Ley | Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley |
| 3️⃣ Tercera Ley | Un robot debe proteger su propia existencia, siempre y cuando esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley |
¡Estas leyes inspiran debates éticos en la IA actual! ¿Se rebelarán las IAs? Probablemente no, si siguen estas reglas