No son los impuestos, Cristóbal Ricardo, es el gasto


Ante las insistentes demandas de bajada de impuestos, el ciudadano Montoro, actual Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, declara que ya le gustaría pero que no hay margen de maniobra en este momento.

¿Puede alguien explicarle al Excmo. Sr. Ministro que la ecuación tiene dos lados? ¿Podrá ser capaz de llegar a entender que existe la posibilidad de recortar gastos públicos para llegar al mismo punto de equilibrio?

Evidentemente una forma de actuar para sanear la economía es la subida de impuestos, pero en tiempos de crisis, esta medida drena la capacidad de gasto de los ciudadanos y de las empresas y frena el impulso económico. Cuando sobra de todo, las subidas de impuestos se llevan la grasa, pero en estos momentos, atacan al tuétano de las familias.

En la empresa privada, cuando existe un desequilibrio entre ingresos y gastos, el planteamiento es muy claro: diversificar para mantener los ingresos y aplicar un drástico recorte de gastos. Una empresa que suba sus precios para mantenerse en una situación crítica únicamente acelera su destrucción.

Lo peor es que no vemos una clara intención de recortar gastos en lo público. Y me refiero a los gastos supérfluos, no a los esenciales que sí ha recortado, como la sanidad o la educación o la investigación ciantífica. Ese ente extraño y absurdo que es el Senado y todo lo que le acompaña sigue existiendo; las estructuras políticas autonómicas y todo lo que las acompaña siguen incólumes, el patrimonio inmobiliario estatal, autonómico y municipal se traga anualmente millones de euros en conservación de edificios semivaciós o totalmente cerrados y nadie hace nada para ahorrar en ello.

Como suelo decir, uno no hace lo correcto por ignorancia o por interés. No puedo imaginarme que el ciudadano Montoro sea un ignorante (y el equipo consultor que le pagamos todos) pero también me cuesta aceptar que no haga lo que a todas luces es lo correcto por interés, excepto cuando no lo quede otro remedio por presiones ajenas o extranacionales, en cuyo caso yo me plantearía una declaración pública de la verdad y acto seguido dimitiría.

La mayoría de los expertos, independientemente de su filiación política excepto alguno de la izquierda radical, demanda una bajada selectiva de impuestos coordinada con un intenso recorte del gasto público, no en servicios, sino en el pago de las nuevas «manos muertas», ese exceso de estructura política que nos inunda y que no podemos sustentar más.