Estaba dándole vueltas a varios temas para este post, que hace el número 200 de mi blog. Podría haber sido un comentario sobre nuestros queridos golfíticos o algo relacionado con los CFDs o los mercados financieros en general pero he pensado que lo más acertado sería hablar sobre la búsqueda de la excelencia.
He tenido la suerte de haber estudiado en un colegio, el de los jesuitas, el famoso Chamartín o Nuestra Señora del Recuerdo, en el que se nos inculcaba esta búsqueda ya desde temprana edad. Después, ICADE fue una prolongación de la misma escuela de vida y el mismo mensaje.
Mi primer trabajo fue en Citibank y encontré lo mismo: curso tras curso de capacitación, lo que perseguían era que llegáramos a ser los mejores en nuestro trabajo. Y así ha seguido el proceso en la mayoría de los trabajos que he tenido hasta ahora, fundamentalmente porque han sido en empresas multinacionales o con equipos de personas de varios países.
La Excelencia es la capacidad de hacer las cosas mejor que los demás. Y es una virtud que no está afectada a una determinada profesión; uno puede hacer un excelente trabajo en cualquier oficio.
En España nos olvidamos en general de que no estamos solos y que para ser competitivos hay que ser, entre otras cosas, mejores. Conocemos bastantes excepciones a la mediocridad nacional, personas que son tan excelentes en su profesión que convierten su trabajo en un arte y una referencia para los demás, (véase nuestros chefs, o nuestros deportistas, o nuestros escritores) pero no es lo normal en nuestro país.
Sin embargo este post número 200 no quiere ser negativo. Reivindico el derecho de los españoles a buscar la excelencia en su puesto de trabajo o en el centro de estudios en el que se están formando. Reclamo esa búsqueda en todos los niveles educativos y profesionales. Y la excelencia va unida a otro concepto esencial: la calidad.
No nos queda más remedio porque estamos en un mundo globalizado y muy competitivo, pero especialmente porque en esta búsqueda nos convertiremos en mejores personas y profesionales, que al final es lo que cuenta de verdad.
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