Bukowski, con su cacterística crudeza, nos lanza una verdad a la cara: hay dos formas de ver el mundo. Una es enredarlo todo hasta que nadie entienda nada, y la otra es desenredarlo hasta que la esencia quede a la vista.
Y en ninguna parte es esto más cierto que en los mercados financieros.
El mundo del trading está lleno de «intelectuales». Son los que llenan la pantalla con quince indicadores distintos, los que te hablan de retrocesos de Fibonacci con la misma complejidad que si estuvieran explicando física cuántica, y los que publican análisis de 80 páginas para predecir si una acción subirá un 1%. Te venden la idea de que para ganar dinero, necesitas un doctorado en economía y cuatro monitores que parezcan la cabina de un avión.
Yo también caí en esa trampa. Recuerdo mis inicios, ahogado en gráficos y noticias, tratando de ser ese genio que lo sabía todo. ¿El resultado? Parálisis por análisis. Dudaba en cada clic, entraba tarde, salía por pánico. Mi cuenta de trading pagó con creces el precio de mi supuesta «intelectualidad».
Pero el trading, como la vida, no se gana complicándolo, sino simplificándolo. El trading es un arte.
Es la habilidad de mirar el mismo lienzo caótico que mira todo el mundo y ver una oportunidad clara, simple. A base de errores —que Oscar Wilde llamaría «experiencia»— he aprendido a ser más artista y menos intelectual.
Aquí te dejo un par de pinceladas que me han ayudado a simplificar mi arte:
- Simplifica tu lienzo. Olvídate de tener 20 herramientas abiertas. Escoge dos o tres indicadores que entiendas de verdad. Un par de medias móviles, el volumen, y poco más. Un artista no usa todos los colores a la vez; usa los justos para contar su historia. Tu gráfico debe darte paz, no un dolor de cabeza.
- Busca la historia, no el dato. El intelectual se obsesiona con el dato: «la empresa X ha superado las expectativas en un 0.2%». El artista se pregunta: ¿cuál es la historia aquí? ¿Es una historia de miedo colectivo? ¿De euforia desmedida? Los patrones en los gráficos no son matemáticas; son psicología de masas dibujada. Aprende a leer la emoción del mercado, no solo sus números.
- Pinta con la emoción, pero no dejes que ella te pinte a ti. El miedo y la codicia son los colores primarios del mercado. El artista los entiende y los usa a su favor para intuir qué hará la multitud. Pero jamás deja que su propio miedo o su propia codicia le muevan el pulso. Para eso está el stop-loss: es el marco que protege tu obra de un brochazo impulsivo.
Al final, Bukowski se reiría de los gurús de Wall Street. Probablemente nos diría, con una copa en la mano, que la verdad del mercado no está en una fórmula compleja, sino en entender una idea simple: la gente se mueve por miedo y por deseo.
¿Y tú? ¿Te consideras más un «intelectual» o un «artista» en tu trading? Cuéntame en los comentarios qué complejidad inútil has logrado quitar de tu camino.
¡Hasta el próximo trazo!