Anoche me quedé en la oscuridad de mi despacho, pantallas parpadeando como neón barato en un callejón empapado, y vi repetirse la misma operación por 47ª vez en tres jornadas.
Comprar el dip.
Vender el rip.
Y pensé para mi artículo:
Subir la captura con la flecha que parece dibujada por un crío.
Pie: «Los mercados nunca mienten.»
Emojis: cohete, manos de diamante, manos juntas.
Somos un culto de profetas copia-pega, cada uno convencido de que el algoritmo lo ungió con el edge verdadero.
Hacemos pantallazo del mismo esquema Wyckoff, lo coloreamos con colores diferentes y lo llamamos alfa.
Pagamos 2.999 dólares por un Discord donde el gurú «opera en vivo» con un terminal Bloomberg sin etiquetas.
Somos tan poco originales que hasta nuestro plagio carece de estilo.
La ironía sabe a café quemado a las 3 de la mañana:
la única forma de batir al mercado es pensar distinto,
pero el mercado premia al rebaño hasta que de pronto no,
y entonces se come a los rezagados con los mismos dientes que antes los alimentó.
Conocí a una persona —llamémoslo MoonShotMike— que juraba por un cruce de EMA 34 en gráfico de 7 minutos.
Lo backtesteó hasta 2017, colgó la curva de capital (suavizada, claro) y vendió el bot de señales por 197 dólares al mes.
Seis cifras de ARR antes del primer drawdown.
Luego la Fed estornudó, la vol explotó y la EMA se convirtió en comba.
Mike pivotó a «overlay macro» y ahora vende un newsletter titulado «Intuición Cuantitativa».
Mismos gráficos. Nueva fuente. Precio más alto.
Carecemos de la originalidad para carecer de originalidad,
así que vestimos la conformidad de contrarian drag.
Vendemos en corto a la multitud mientras estamos dentro de la multitud,
gritando «burbuja» desde el centro de la fiesta de espuma.
Aquí va el secreto que nadie captura:
el edge no está en el setup.
Está en el momento en que no tomas el setup por el que todos babean.
La asimetría vive en la operación que dejas sobre la mesa porque el relato huele a euforia meme del 2021.
Esa contención?
Esa es la única originalidad que queda.
Pero la contención no da buenos pantallazos.
No bombea el Discord.
No lo retuitea el finfluencer con el Lambo en leasing.
Así que seguimos blandiendo el mismo martillo,
clavándonos en la misma cruz,
y lo llamamos martirio.
Zappa tenía razón.
Ni siquiera sabemos copiar mal de manera fresca.
Pero siempre nos quedará … París.