¡Comienza el espectáculo!

Ayer sábado estuve repasando los mensajes que me van llegando continuamente por las redes y me detuve en uno que era un podcast de una ponencia dedicada al lenguaje inclusivo o no.

Los que me conocen, saben cuál es una de mis muchas debilidades: fijarme en ese talento que algunos tienen para complicar las cosas cuando, tal como están, funcionan bien. En este caso, me refiero al «lenguaje inclusivo».

Personalmente me produce hastío y un rechazo automático (involuntariamente emergido): «este tío es imbécil», me viene a la cabeza, «cuando puede hablar bien, la lía a propósito y encima, hasta le sale ya espontáneamente».

Hace algún tiempo ya tuve esta dialéctica con un senador, que sigue siendo senador y además es un excelente senador por lo que he ido viendo en el ejercicio de su oficio de senador.

Me decía, (lo he mencionado otras veces) que, aunque esté mal dicho, porque tradicionalmente el género masculino ha englobado al femenino y ha ignorado los «otros géneros», es muy conveniente expresarse así, para que la mentalidad social vaya cambiando hacia la aceptación de igualdad entre los múltiple géneros que conviven.

Yo le respondí que acostumbrarse a hablar como si uno fuera idiota lo que conseguirá es acabar convirtiendo en idiotas a muchos de nosotros. Me miró como si pensara «a ti no te hace falta, ya lo eres» y pasó de mi.

A lo mejor tenía razón.

Bien, pues el podcast al que me refería es una ponencia de un tal Jorge Cristina Pi y Coll.

Ignoro si es hombre o mujer o cualquiera de los otros géneros admitidos socialmente en nuestros tiempos. Me da igual que pueda ser trans, o bi o plus. Como me da igual si es del Barça o si tiene un periquito en casa.

De ahí que me quedé absolutamente perplejo cuando comenzó la presentación por parte del introductor a la ponencia, que fue así:


Estimados caballeros, estimadas caballeras, estimades caballeres, estimadus caballerus, y estimadis caballeris

Respetables dames, respetablos damos, respetablas damas, respetablus damus y respetablis damis

Queridas amigas, querides amigues, quridis amiguis, queridus amigus y queridos amigos

Tengo el gusto, gusta, guste, gusti, gustu de presentarles, presentarlas, presentarlos, presentarlus, presentarlis al Excelentísimo o Excelentísima o Excelentísime, o Excelentísimi o Excelentísimu Don o Doño, Doña, Den o Doñe, Din o Diñi. Dun o Duñu Jorge Cristina Pi y Coll.

Como todos, todas, todis, todes y todus sabrán, el señor, señora, señoro, señori o señoru Pi es un, una, une, uni e unu reconocido, reconocida, reconocide, reconocidi, reconocidu representante, representanta, representanto, representanti o representantu del de la, de li, de lo, de lu, nuevo, nueva, nuevu y nuevi (porque «nuevo» repite artículo o artícula o artícule o artículu) espíritu, espírita, espírite, espíriti del, de la, de lo, de li, de lu idioma o idiomo o idiome o idiomu o idiomi.


¡No pude verlo más!

Ni siquiera me atreví a pasarlo hacia adelante para comprobar cómo se expresaba el ponente.

Me recordó cuando hace muchos años, otro congénere similar intentaba convencernos de que el idioma mundial del futuro iba a ser el esperanto, y lo malo es que estaba convencido de ello.

En fin, que hay para no aburrirse, ni siquiera en domingo

o, ¿deberíamos decir también domingue, domingui, domingu o dominga?

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