En ocasiones necesitamos un poco de aire fresco, una pizca de humor, para desintoxicarnos de los humos políticos.
Lo hacemos habitualmente, riéndonos de aquellos que nos despluman como a gallinas para caldo. Y que luego se van tranquilamente a un restaurante de la calle Serrano de Madrid y alrededores para celebrarlo con los colegas. Incluso hasta en algún parador, por aquello de las vistas, que sientan bien.
Pero bueno, no hablemos de esa impura colección.
Disfrutemos de haber dejado atrás el apagón (por cierto, esta semana ha habido otro de 30 minutos que afectó a unas 30.000 personas en Málaga capital, por avería en un transformador. Y anteayer, otro corte de suministro, esta vez avisado, de 10 horas, desde las 08:00 hasta las 18:00 en Benalmádena, «por trabajos de mantenimiento»).
Y disfrutemos también del buen tiempo, que para unos será una refrescante y copiosa lluvia y para otros, calor y sol, porque en España tenemos tiempo a gusto para todos.
Es básico sonreír, o reír a mandíbula batiente, a carcajada abierta, que no solo relaja músculos sino que también recupera el tono, ilumina la vida y sienta pero que muy bien.
Yo suelo practicar el deporte de la carcajada diariamente. A veces, porque oigo o leo algo que me produce esa hilaridad. En ocasiones, porque ante la falta de estímulo externo adecuado, me río de mi mismo hasta reventar .
¡Es tan delicioso reírse de uno mismo! No molestas a nadie, excepto a los que oigan las risas o carcajadas y les moleste, porque sea de madrugada y duermen al otro lado del tabique de la pared. ¡Pero resulta tan gratificante!
Deberíamos organizar un «Partido de las Risas», formado por las personas que estén dispuestas a reírse hasta reventar, reírse de nuestros políticos, de los futbolistas y sus presidentes, de todos los protestones, de aquellos a los que les incomoda una risa de otro porque no pueden activar la suya, y sobre todo, de reírse de uno mismo.
¿Qué te parece?

