Mike se ha ido, llenando la vida de todos hasta el final de la suya

Mi hermano Mike falleció anoche. Me acaba de llamar su hijo Michael para darme la noticia. Se ha ido dormido, descansando de una vida larga y plena, compartida con Mariela, su amor desde la adolescencia.

No éramos hermanos de sangre, pero sí de corazón. Nos conocimos en enero o febrero de 1993, en Nueva York. Yo llegaba para quedarme a vivir y trabajar en EEUU y él salía de vacaciones a Europa, a su Inglaterra natal.

Nos caímos muy bien desde el primer minuto. Íbamos a formar un fuerte equipo de dos, al mando de la división de América Latina y el Caribe de una multinacional de la información financiera en tiempo real, desde Miami. En realidad Mike ya la estaba dirigiendo desde hacía tiempo, y en la casa pensaron que dos cabezas juntas abarcarían más desarrollo y éxito para el negocio, como así fue.

Mike me enseñó muchísimo. Del trabajo y de la vida. Pero lo más importante fue regalarme su amistad sin límites que derivó, con el paso del tiempo, en cariño fraternal.

Un gran padre de familia, rodeado siempre, junto con Mariela, de sus hijos y nietos que, prácticamente todos los días, se dejaban caer por su casa y la llenaban con sus risas, venturas y desventuras. Siempre ha habido allí mucho amor, mostrado intensamente, entre todos.

Viajamos los dos juntos durante unos años, los del mundo profesional compartido, y después viajamos también para vernos con nuestras familias. Acudían Mike y Mariela (siempre eran, son y serán Mike y Mariela) a España cada dos años, para vivirla, sentirla y compartir unos días con nosotros. Y en ocasiones, con sus nietos, de las edades de mis hijos.

Aún recuerdo ese sábado de hace una decena de años si no más, en el que los llevé en coche bien temprano desde Madrid a Salamanca. Hicimos turismo por la maravillosa ciudad y después continuamos el camino hasta entrar en Portugal por Vilar Formoso, donde disfrutamos de un buen almuerzo, para volver directamente a Madrid ya cayendo la noche. Horas de carretera recordando anécdotas, hablando de las cosas cotidianas y de los proyectos, de la familia y del mundo. Reventados, pero llenos de luz.

O la semana de vacaciones en Natxiondo en Vizcaya, con sus nietos y mis hijos, y en otra ocasión en Asturias, en Cudillero, Ribadesella y Potes.

Mike es, (porque siempre existirá para todos los que hemos tenido la fortuna de conocerlo), una persona de un talento e inteligencia sobresalientes. Captando las situaciones rápidamente, escuchando con atención a los demás y solo después, planteando su criterio, el más acertado, el adecuado en cada ocasión.

Ha escrito 12 libros (y algún borrador más), que recogen muchas de sus vivencias y anécdotas dentro de tramas de intriga, pasión, aventura, amargura y felicidad. Su lectura es un placer, por estar escritos por un hombre sabio, con un sentido del humor fino, suave y provocador. Y llenos de datos, de momentos y de pensamientos de los actores de los relatos.

Mike se ha ido llenando la vida de los demás, su deliciosa familia, Mariela, siempre junto a él, y Bernard, su hermano de sangre, sus hijos, nueras y nietos, extendiéndola también a todos los que hemos tenido la especial suerte de recibir su cariño y amistad.

Gracias Mike, un abrazo de tu hermano.

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