Hay que tener la mente abierta. Pero no tanto como para que se te caiga el cerebro al suelo (Richard Feynman)

Richard Feynman era un físico teórico notable, dedicado a la investigación de la física cuántica. Siendo persona inteligente, muchas de sus observaciones, como la de hoy, cargan una fina ironía. Hasta los brillantes cerebros saben reírse de la vida.

Buenos días, en estos tiempos en los que todo cambia y no sabemos qué va a pasar incluso mañana y qué escenario tendremos en una semana, Navidad o dentro de un par de años, lo importante es tener la mente abierta.

¿Seguiré trabajando en el mismo sector?

¿Se recuperará la economía en unos meses, en varios años, en un decenio?

¿Qué pasará con las micro empresas y autónomos? Y las grandres empresas, ¿seguirán requiriendo personal?

Mi buen amigo Joe, que es una mezcla de inglés y gaucinense (de Gaucín, maravilloso pueblo de la serranía de Ronda) y otra cabeza perfectamente amueblada, plantea que esa apertura de miras hacia otros caminos profesionales o empresariales es ahora, absolutamente necesaria, aunque sea hacia un sector hasta ahora ignorado o desconocido.

Bien es verdad que muchos se sienten algo confusos, con el trabajo o el negocio a punto de perderse y sufriendo una ansiedad creciente con las noticias de la evolución del virus y sus consecuencias en medidas de restricción y destrucción de economía y empleo.

Pero es ahora precisamente cuando hay que reequilibrarse, quitarse las orejeras y explorar otras aventuras laborables y profesionales.

Algunas de ellas no tendrán salida, pero otras serán las que nos conduzcan a un futuro más prometedor.

Y hay que estar abierto a nuevas opciones, como la de reubicación a otras ciudades, pueblos o incluso países, en busca de esa oportunidad que no se percibe en el entorno próximo.

«Adaptación y rebelión» dice mi amiga Claudia. Adaptación a la nueva situación que sufrimos, porque perder el control de uno mismo no produce ninguna consecuencia positiva.

Y después, rebelarse. No conformarse, empezando por nosotros mismos, porque nos hacemos acomodaticios incluso en escenarios como el actual, cuando todo parece desmoronarsse a nuestro alrededor.

Hay que luchar, hay que sacar la abeza, el cuello y el cuerpo entero. Tomando decisiones que no hubiéramos contemplado antes. Apertura de miras, apertura de proyectos profesionales aunque no tengan nada que ver con nuestra formación o nuestra trayectoria profesional hasta ahora.

«En tiempos de desolación, no hacer mudanza» decía San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales. Y era un sabio. Pero su pensamiento se aplica en otro contexto. El de ahora requiere recomponer los muebles, organizarlos, detallarlos y prepararlos para una buena mudanza, la que nos abrirá nuevos caminos.

Rebelémonos ahora. No quebrantando las leyes precisamente, porque el orden es el que nos enmarca como una sociedad armónica en tiempos de tribulación. Pero sí buscando algo distinto, para nosotros mismos y para los demás, porque todo está cambiando muchas cosas ya nunca serán igual que ahora.

Ah, y esa mente abierta no tiene edades. Desde la adolescencia hasta la senectud, todos podemos abrirnos a otras posibilidades, debemos hacerlo por nuestor propio presente y futuro y el de los que vienen detrás.

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