Aquellas personas que piensan que lo saben todo, son una gran molestia para aquellos de nosotros que lo estamos intentando

Buenos días. Esta frase del gran Isaac Asimov nos introduce en el mundo de los «listillos de los mercados financieros», los que saben» con precisión qué harán las bolsas este mes o cuánto subirá el oro en 10 días.

Ese saber, en ocasiones, lo han recibido por revelación divina, por obra y gracia de Dios, porque de aprendices de trader han pasado en meses a gurús de los mercados con una amplia promoción de su infabilidad y un jugoso honorario en sus seminarios (que ahora serán online por una buena temporada).

A nosotros, al resto de los que buscamos el conocimiento a lo largo de la vida, nos estorban, nos incordian. En mis sesiones de formación sobre el trading, lo que pretendo es simplemente transmitir de la forma más sencilla, mi búsqueda del saber, que empieza un día y no termina nunca y que cuanto más tiempo pasa desvela una dimensión mayor. Cuando aclaro que no tengo la fórmula mágica aún después de más de 35 años diariamente en los mercados, alguna vez se me responde: «pues Fulanita es una reconocida trader y cobra 300 euros por un seminario como el tuyo. Y aún no ha cumplido los 30.

Entonces es cuando me planteo las virtudes del marketing, que permite envolver con papel de llamativos colores cualquier cosa para que parezca maravillosa y así otorgarle la apariencia de un valor mucho mayor.

«El Dow alcanzará los 7.000 puntos el viernes a partir de las 15:30», dice Merenguito. Y sus fieles seguidores entran a comprar desde el móvil, siguiendo sus indicaciones desde el estrado. «Y si queréis mi creación, un indicador mágico que señala todas las entradas y salidas del mercado, os lo dejaré usar por 500 € al mes, durante 6 meses, pagado todo por anticipado». Pasad por caja, colegas traders, se admiten tarjetas.

Me cuestiono la infabilidad de la sapiencia de Fulanita o de Merenguito, primero porque sus predicciones y el mercado suelen tomar rumbos distintos aunque pocos lo comprueban y segundo, porque el que tiene un sistema infalible, no necesita venderlo a otros. Simplemente usándolo tendría su vida resuelta, sin más.

En cualquier caso, los demás seguimos aprendiendo e intentado transmitir lo que vamos integrando en el proceso, con humildad pero con entusiasmo. Algún día miraremos atrás y veremos el sendero recorrido de la búsqueda del conocimiento, tomando fuerzas porque el que quedar por explorar es infinitamente más largo y gratificante.

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