La realidad y la ficción se mezclan y lo que parecía un guión absurdo de una película es lo que pasa hoy en Crimea.
¡Una división de hombres uniformados, embozados y armados patrullando por las calles de Sebastopol, sin emblemas ni signos que identifiquen su procedencia y su rango! Ignoran a los periodistas que les preguntan pero no limitan sus movimientos. Las personas que se cruzan con ellos por las calles comentan que no hablan, que lo único que hacen es compartir cigarrillos y algo de té con ellos y que no saben de dónde han venido.
Se me ocurren tres explicaciones:
a) que son rusos enviados por Putin para evitar que los ucranianos del oeste tomen represalias contra los pro-rusos del este y asuman el control de Crimea.
b) que son soldados de otra dimensión que han aparecido en Crimea a consecuencia de las pruebas que el acelerador de partículas ha estado haciendo recientemente y que en esa dimensión no se usan emblemas en el ejército.
c) que son parados españoles enviados por el ciudadano Rajoy para hacer descender las cifras del paro antes de las elecciones. Cuesta una pasta haberles procurado uniformes y transportarlos allí pero por eso no hay problema porque el ciudadano Montoro ya se encargará de exprimirnos un poco más sin que nos demos cuenta. Y por eso no hablan con nadie mientras patrullan, porque no saben ucraniano.
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