La verdad es que procuro ver los conflictos geopolíticos como luchas de intereses, que es lo que en el fondo son, pero en el caso de Gibraltar, no se cumple este criterio, porque para los que reclamamos Gibraltar, ni representa poder ni interés comercial o económico alguno; es, simplemente, recuperar parte de España, aunque fuera entregada de manera humillante por el monarca que poseyó España hace 300 años al monarca que poseía la Gran Bretaña. También lo hizo con Menorca y hoy la isla es tan española como Alcañiz.
Por eso tenemos la guerra ganada, porque no buscamos intereses económicos en nuestra reclamación. Es cuestión de perseverancia y oportunidad, pero llegará el momento, aunque no lo veamos nosotros.
Mientras, el amigo Picardo sigue intentando extender su terreno a costa de aguas territoriales españolas, como publica hoy «El Confidencial» en este enlace: http://www.elconfidencial.com/espana/2013-08-15/gibraltar-gana-mas-terreno-al-mar-al-construir-otro-espigon-en-la-zona-este_18165/
Ya lo hizo en el puerto de Gibraltar y en Europa Point en su día el gobierno anterior de la Roca, pero el amigo Picardo es más fogoso y quizá pretenda crear una extensión de tierra, un brazo que llegue hasta la costa africana y así hacer un Canal de Panamá a la inversa: el barco que quiera cruzar el estrecho de Gibraltar, ¡a pagar peaje! Y aún más: si hace un puente hasta Africa, también puede cobrar a los que quieran ir en coche y así jorobar a las compañías de ferry de la costa (españolas, claro).
Mientras el gobierno blanding gum de España se lo siga permitiendo, la imaginación de Picardo no tiene límites (y el dinero del infierno fiscal tampoco, a costa de que la periferia de Gibraltar sea un erial).
Me ha gustado la estrategia de impedir el «bunkering» en la bahía de Algeciras, aunque sea un globo sonda que nunca verá la luz. Si se trata de tocar los genitales, barra libre por las dos partes, si no, no tiene gracia.
Sé que estoy siguiéndole la cuerda al ciudadano Rajoy y a su gobierno en las maniobras orquestadas con lo de Gibraltar para desviar la atención del asunto Bárcenas y de la lluvia de excrementos que ha provocado en todos ellos, pero no puedo evitarlo, aunque tampoco olvido la corrupción política y seguiré denunciándola porque nos están estafando, nos hurtan nuestro dinero para su «dolce far niente» y nos mienten tres veces de cada una.
Con un poco de serenidad, creo que lo mejor es ponerse a negociar para alcanzar un acuerdo que sea razonable para todos. Me parece que una negociación entre cuatro (España, Reino Unido, Gibraltar y Andalucía) es lo más apropiado, porque al margen de la cuestión de la soberanía está el que todos convivimos y hay que solucionar los problemas que van surgiendo.
La alternativa, sintiéndolo por los gibraltareños azuzados por Picardo, es muy mala para Gibraltar. España tiene una cartera de medidas que podrían paralizar la economía de la Roca en semanas y destruirla a largo plazo:
1) Crear una Zona Fiscal Especial en La Línea, al estilo de lo que China hizo alrededor de Hong Kong con Shenzhen y Quianhai, permitiendo que puedan afincarse en esa zona sociedades mercantiles con unas ventajas fiscales potentes, siempre que no hagan negocios en España sino fuera de ella.
2) Desarrollar una zona de abastecimiento de combustible para buques en Algeciras con exenciones fiscales que lo hagan más atractivo que el bunkering que realiza Gibraltar.
3) Atraer el negocio del juego online a La Línea con regalos fiscales.
4) Completar los huecos que los gibraltareños han dejado entre los bloques de hormigón que han echado al mar en aguas territoriales españolas, formando una barrera de hormigón alrededor de todo el Peñón y de una altura suficiente que no permita la navegación. Y darle las gracias a Picardo por ocurrírsele a él la idea.y por iniciarla. Esta medida, además, acabaría con el contrabando de tabaco, alcohol y droga. Si esto no es posible, seguro que sí lo es el bloqueo del puerto de Gibraltar con esa barrera montada en aguas territoriales españolas frente a él.
Pero insisto, sentémonos todos a conversar, que somos primos (en el buen sentido).