¡Nada! ¡Que no puedo donar sangre aunque quiera!

vacaloca

Mis hermanos y yo tuvimos hepatitis cuando yo tenía 9 años. Mi madre decidió hacer una fiesta de cumpleaños unificada para los cinco, teniendo en cuenta que todos cumplimos años entre el 24 de diciembre y el 27 de marzo y nos juntamos en casa más de cuarenta chiquillos de entre 5 y 9 años.

Como todos sabemos, aunque los vasos de plástico llevaran el nombre de cada uno, los chavales no íbamos a comprobar si el vaso era nuestro antes de bebernos la limonada o la cocacola y menos aún con los cubiertos y platos con tarta de chocolate que había en la mesa.

Resultado: unos días después, epidemia de hepatitis en el colegio. A nosotros nos cayó a los cinco hermanos, y aunque llegamos a estar los cinco en cama simultáneamente durante algunas semanas, no caímos todos a la vez.

Pues bien, años después quise donar sangre y se me dijo que no podría hacerlo nunca por haber tenido hepatitis, ya que los anticuerpos que generé podrían provocar la enfermedad a quien recibiese una transfusión mía.

Han pasado décadas de aquello, como lo prueba que tengo 54 años, y hace unos meses leí que los que habíamos tenido hepatitis (la A, la que yo tuve de pequeño) ya podíamos ser donantes porque una técnica reciente evitaba que la enfermedad fuera adquirida por el receptor de la sangre en una transfusión.

Poco después estaba paseando por la Gran Vía de Majadahonda y vi un autobús de la Cruz Roja anunciando que buscaban donantes de sangre. ¡Por fin! Sin pensármelo, subí y me ofrecí a donar sangre. El médico me hizo completar un extenso formulario y luego nos sentamos a analizar mis respuestas.

Al llegar al punto de la hepatitis, quise confirmar que ya no había impedimento para que pudiese donar sangre y, ¡efectivamente! ya no era un obstáculo. Sonreí encantado porque era una de mis ilusiones de toda la vida – compartir la sangre que me sobraba para salvar a alguien que la necesitara.

Y de repente, el médico leyó que yo había vivido en Inglaterra desde 1989 hasta 1991.

-¡Pues no vas a poder donar sangre!- me dijo. Y se me congeló la sonrisa.

Resulta que en el Reino Unido se descubrió el primer caso del mal de las vacas locas en 1986, la «Encefalopatía Espongiforme Bovina» o cuando pasó a los humanos, «Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob» a partir de 1996.

Por este motivo, no podría dar sangre nunca, excepto en caso de vida y muerte en el que el riesgo de contraer esta enfermedad es nimio ante la posibilidad de una muerte cierta.

Como no soy médico, me pregunto:

1) Si no puedo donar sangre porque consumí leche o carne de vaca en Inglaterra entre 1989 y 1991, ¿no pasaría lo mismo con los que por razones de trabajo o de turismo pernoctaron en Inglaterra en aquella época, aunque no residieran allí, teniendo en cuenta que desayunarían algo de leche o consumirían algún alimento con algún componente vacuno durante su estancia? ¿Y la carne importada de Inglaterra?

2) ¿Quiere esto decir que la población total de Inglaterra tiene impedido donar sangre excepto en casos excepcionales? Me sorprendería mucho, la verdad.

De hecho, el otro día me hice un análisis para una operación de cataratas y le hice la segunda pregunta a la enfermera que me atendió. Su respuesta fue que es probable que en Inglaterra, al estar todos metidos en el mismo saco, diera igual, pero aquí no.

No me convence la respuesta. ¿Alguien tiene una mejor? ¿Podré donar sangre alguna vez?

 

 

Deja un comentario