¡Papá, yo de mayor quiero ser político! ¡Toma, y yo hijo, y yo!

¿Desea usted vivir a cuerpo de rey sin pegar un palo al agua?

¿Quiere recibir un sobrecito mensual del partido para sus pequeños gastos de esquiar en Andorra, compras en Londres o el crucerito anual por el Caribe?

¿Quiere quedar bien con la familia, consiguiendo un sueldo de consejera a la prima Manoli, de asesor sin despacho al cuñado Pepe o de Director General de Asuntos Generales del Ministerio de Pimpampum a su hermano Gonzalo?

¿Quiere pasarse por su despacho uno o dos días a la semana, para ver qué tal van las cosas, aunque no todas las semanas laborables?

¿Le gusta rodearse de la alta clase empresarial en cacerías nacionales e internacionales?

¿Desea salir en TV frecuentemente para colmar su apetito de popularidad, aunque no diga nada consistente?

¿No le importa mentir siempre que sea necesario hacerlo (es decir, habitualmente)?

¿Quiere ganarse una generosa pensión de jubilación habiendo trabajado mucho menos que el resto de los mortales?

Pues ¡hágase político! ¡Su familia y amigos se lo agradecerán!

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