Y hoy tengo que mencionar a otro amigo, Gonzalo

No sé si a todo el mundo le pasará igual que a mí. Hay amigos con los que nunca coincides, personas a las que no ves desde hace bastantes años, con los que pierdes hasta el ritmo de comunicarse por teléfono o por email según pasa el tiempo, y que un día cualquiera reaparecen en tu vida y sientes que fue ayer la última vez que estuvimos juntos.

Esto me ha ocurrido con mi amigo Gonzalo. Nos perdimos la pista durante demasiados años, contactamos hace algunos meses pero no llegamos a vernos, excepto en una breve ocasión en la que lo visité en su negocio de copas y música acompañado de mi mujer y mis cuñados.

Y la semana pasada quedamos para comer por fin y para ponernos al día respecto de nuestras vidas. Me llevó a un restaurante japonés en Sor Ángela de la Cruz que yo no conocía y que tiene un menú muy adecuado y luego nos tomamos una copa en un bareto cercano a Bravo Murillo, a unas manzanas de allí, para después subir a su casa a enseñármela, ya que yo no la conocía. Y también conocí a su mujer, Amparo, aunque muy brevemente, cuando ya me iba y ella volvía a su casa, abajo, en el mismo portal.

Fue una tarde excelente y la conversación con Gonzalo, de lo más sabrosa, porque su típico sentido del humor inglés, que empieza por reírse de uno mismo, se ha perfilado incluso más con el tiempo y es para despiezarse de risa con cada cosa que dice, mientras él sólo esboza una casi indetectable sonrisa, Pero lo más intenso fue la sensación de amistad abierta y desinteresada que se retoma después del largo paréntesis temporal que las circunstancias de la vida nos impusieron.

Un verdadero placer reconquistar a un amigo cordial, en el sentido profundo (etimológico) de la palabra «cordial». Estoy deseando repetirlo pronto.

Gracias por tu amistad, Gonzalo, que es un privilegio para mí.

 

 

Deja un comentario