¿Debe un representante político ser político profesional?

Nos encontramos sumergidos en una crisis de Estado, propiciada por la crisis económica y agravada por la crisis política derivada de la torpeza de unos políticos y la corrupción descarada de otros.

Mi reflexión se reduce a lo siguiente: ¿debe un político, gobernante, legislador, ministro, diputado, concejal, ser político profesional? Es decir, ¿es conveniente que una persona elegida para un cargo político haya hecho carrera exclusivamente en política?

Resulta que la política se ha convertido en una profesión, a tenor de la experiencia que tienen nuestros representantes. La inmensa mayoría ha desarrollado su vida profesional en la política, desde las juventudes de su partido hasta los puestos de responsabilidad en él y en el Estado.

Esta concentración en el plano político tiene una gran ventaja: conocen los entresijos de la política, tienen sus canales de comunicación especiales, saben los trucos parlamentarios y los presupuestarios, se apoyan unos a otros dentro del corporativismo hereditario.

Y también tiene sus inconvenientes, como el hecho de que al vivir endogámicamente en política, se conviertan en ignorantes de la realidad social y en muy malos gestores de lo público por no haber trabajado jamás en lo privado, ya fuera como empleados, autónomos o gerentes de empresa. Y el otro inconveniente para mí es que bastantes de nuestros políticos relevantes siguen siendo los mismos que hace diez, quince, veinte años: el ciudadano Rajoy, el ciudadano Rubalcaba, el ciudadano Méndez, de UGT, el ciudadano Más, el ciudadano Gallardón,

Quizá nos iría mejor si un político tuviera caducidad, si un diputado no pudiera seguir en política más de una o dos legislaturas, si un concejal no pudiera ser profesional del Ayuntamiento de por vida, si un secretario general de un partido tuviera que «retirarse» después de varios años en el cargo para no profesionalizarse en él.

Posiblemente sea una estupidez esta reflexión porque políticos profesionales los habrá siempre y algunos serán válidos y muy efectivos precisamente por ser profesionales de la política, pero el hastío frente a la torpeza y corrupción actuales lleva a imaginar escenarios alternativos y a fantasear con políticos eficaces e incorruptibles, aunque esto sea imposible.

 

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