Consideraciones sobre el rescate de Chipre

Llevo todo el fin de semana intentando analizar este asunto fríamente, intentando no perder el control por las primeras impresiones en caliente, aunque ya lo he hecho.

Si como dice el ciudadano presidente de Chipre, tuvo que elegir entre el caos asegurado o un desastre controlado (no son sus palabras pero es lo que quiso decir, en mi opinión), voy a darle el beneficio de la duda porque un gobernante jamás haría algo que perjudicara a su país, ¿verdad?

Supongamos pues que no había otra solución. El rescate debía producirse. Europa (y el FMI) presta a Chipre 10.000 millones de euros para sanear sus bancos (¿suena la música?) y que no quiebren llevándose por delante a cientos de miles de ahorradores.

Ahora bien, ¿por qué se ha hecho confiscando una parte de los ahorros, con nocturnidad y alevosía, como se dice?

Había que tomar decisiones prácticas y por eso se aplican en fin de semana, para ganar tiempo y prevenir todos los escenarios posibles, aunque esto ocasiona resultados inevitables, como la irritación de los ciudadanos por sentirse injustamente tratados por sus autoridades, las locales y las europeas.

La cuestión central es que se pretendió evitar una fuga de capitales que desmoronaría el castillo de naipes de la banca chipriota y anularía de un plumazo el efecto del rescate; sería como tirar el dinero a la basura porque ese importe sería muy inferior al que necesitaría disponer en líquido la banca para devolver su dinero a los ahorradores. Un rescate limpio, sin contraprestaciones como la confiscación de parte del dinero de los ahorradores y sin corralito hubiera sido muy peligroso para el sistema en todo caso, porque ya hemos visto que la retirada masiva de dinero se ha producido en circunstancias anteriores en otros países, pero en Chipre hubiera sido un colapso del sistema bancario por su volumen en relación al PIB del país.

Lo que llama poderosamente la atención es que se haya procedido al embargo de una parte del dinero de los ahorradores como una medida obligatoria para proceder al rescate. En el fondo el planteamiento es muy claro: si quieres rescate, vamos a hacerlo juntos, nosotros (Europa y el FMI) y vuestros ahorradores. De hecho esto implica que el gobierno chipriota tiene hoy unos 15.000 millones de euros para recatar a la banca local, gracias al impuesto revolucionario auspiciado por los prestamistas europeos.

Esta mañana se cuenta que Chipre está intentando renegociar los importes de esta medida confiscatoria, de este embargo a traición, que es lo que es en el fondo, para sacar de él a los depósitos de menos de 15.000 euros, que representarían al ahorrador de a pie, a cambio de cargar un tipo mayor en los depósitos de más de 100.000 euros de los cuales hay un significativo porcentaje de dinero de no residentes, particularmente de procedencia rusa.

Lo que pasará es que el pueblo chipriota se tragará esta bola a la postre para evitar el colapso del país, pero generará una indisposición muy grave contra la UE y sobre todo ha contagiado la evidencia de que las reglas inmutables de salvaguardia de los primeros 100.000 euros de depósito ya no lo son y la UE se inventa nuevas reglas cada vez que cuadra a los intereses de algunos, curiosamente igual que nuestro propio gobierno cuando de extraer impuestos se trata, como el regalito del IBI de esta semana.

Para mi, toca salir a la calle, en persona o a través de las redes sociales o las dos cosas, para explicarles a nuestros queridísimos gobernantes que se han olvidado de que nos representan pero no pueden imponernos por el artículo 33 cambios de situación que no queremos, sin previo referendum. Ya está bien de que esto se esté convirtiendo en una dictadura del que elegimos para dictador por cuatro años.

 

 

 

 

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