Las conversaciones de Alicia Sánchez-Camacho

Estoy estupefacto con lo que leo en distintas publicaciones sobre las conversaciones privadas de la ciudadana Alicia Sánchez-Camacho con la ex-novia del ciudadano Pujol Jr.

Hace unas semanas el asunto era lo que se había encontrado en la vivienda de Díaz Ferrán, el famoso lingote de chocolate, en la intervención policial, junto con el dinero en metálico y los pares de zapatos de piel de gamuza (o lo que fuera.)

Ya me escandalicé por ver esta información publicada abiertamente cuando en mi corto entendimiento debería permanecer confidencial por orden judicial, por respeto al imputado y para salvaguardar su honor, porque sigo pensando que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

Pero ahora me he quedado absolutamente perplejo. Lea lo que lea o vea lo que vea, los medios me agreden con el dato de que la ex-novia de Pujol Jr. se lió con él porque era muy bueno en la cama, o que la ciudadana Sánchez-Camacho se mudó de casa o que había un local de copas muy «chic» en Barcelona en el que iban a citarse la semana siguiente.

No puedo entender cómo nuestro marco jurídico no parece cubrir la confidencialidad y reserva debidas cuando las conversaciones son privadas; creía que nuestra Ley 62/1978 de 26 de Diciembre, de Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales de la Persona impedía que tanto datos como conversaciones de índole privada pudieran hacerse públicas sin consentimiento de sus generadores o propietarios legítimos.

¿Será que me he equivocado de país? ¿O que lo que yo estudié hace ya más de 30 años ya no está en vigor en este sentido?

Un comentario en “Las conversaciones de Alicia Sánchez-Camacho”

  1. Si quieres que se cumpla la ley, tendrás que emigrar a otro país que sea civilizado. España es el país de los privilegios (la Iglesia, los banqueros, los nobles, los jueces, los ricos, algunas comunidades autónomas sobre otras, etc) y donde las leyes no se cumplen para ellos, sólo para los indefensos y los parias. Yo ya estoy haciendo las maletas, en el sur de Europa no hay remedio. Y todos somos parte del problema por tolerarlo y ser tan borregos.

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